El plástico ha sido un componente esencial para el desarrollo industrial de la Foia de Castalla desde mediados del siglo pasado hasta hoy. De utilizarse para la fabricación de juguetes por nuestras empresas, pasó a convertirse en indispensable para dar el salto a cualquier sector durante la reconversión en la década de los noventa. Por este motivo, la temática acerca de la situación del sector del plástico no podía faltar en los desayunos que IBIAE –en colaboración con Escaparate y Caixa Popular– está llevando a cabo con motivo de su 25 aniversario.
Voces expertas analizan una cuestión que en los últimos tiempos, por diversos motivos, forma parte de la actualidad informativa y está en el ojo del huracán. No obstante, las versiones que se trasladan a la opinión pública no responden a la realidad. Focalizan el asunto en penalizar el uso del plástico sin poner en valor su importancia ni la capacidad para ser reciclado. El plástico no es el culpable de muchos males medioambientales, sino la falta de concienciación y de educación de las personas. Además de diagnosticar esta situación, los ponentes también profundizan en la automatización de procesos, las sinergias entre las empresas, formación y la escasez de terreno para crecer.
A menos de dos meses para cerrar el año, las empresas del plástico están satisfechas con el momento que vive el sector. Al menos eso se desprende de las palabras de Julio Vílchez, director general del Seyca Plastics. “En la facturación de septiembre estuvimos por encima del año pasado, pero sí que es cierto que la gente está más conservadora”, describe. En idéntica línea se pronuncia Carlos Navarro, director general ejecutivo de Inyectados Plasticman, al aseverar que “estamos más tranquilos, pero no paramos. Hay más trabajo que hace cuatro años”. Por su parte, Pedro Prieto, gerente de Pepri, manifiesta que, a pesar de la coyuntura actual, “la cosa está excesivamente tranquila”.
Otro de los puntos que tocados en el desayuno por los asistentes es la complejidad para encontrar en el mercado laboral perfiles concretos de mano de obra cualificada del plástico. Según Navarro, “somos empresas de servicios y vivimos de muchas pequeñas cosas. Necesitamos gente cualificada. Me cuesta encontrar a un trabajador bueno de máquina de inyección. El personal es un problema y no tenemos suelo industrial si requieres almacenar género a un cliente. A lo mejor hay que apostar por una mentalidad como la de Mondragón en el País Vasco”. Allí, cada curso, los ayuntamientos aportan 600.000 euros en maquinaria para los centros de FP. Vílchez, por su parte, señala que “los grandes mecánicos se están jubilando. Hoy hace falta gente de banco”. El director de IBIAE, Héctor Torrente, subraya que “todos unidos debemos lanzar el mensaje de que la formación es necesaria y urgente”. Una de las soluciones que pone encima de la mesa es la FP dual. “Es una experiencia más enriquecedora porque la empresa cuenta con medios más avanzados que el centro educativo. Es como la formación del aprendiz de toda la vida”. Del mismo modo, evidencia que “tenemos que hacer algo con los medios de los que dispone el IES La Foia. Hemos mediado para que el centro firme convenios con Bru y Rubio, así como con Meusburger. Estas colaboraciones en especie aportan muchísimo”.
A partir de 2020, y de forma paulatina, diferentes gobiernos aplicarán medidas con respecto a la desaparición de los productos de un sólo uso elaborados con plástico. De hecho, la Unión Europea fija para 2030 la fecha límite. Sobre este aspecto, Reyes Pérez, CEO de Pérez Cerdá, estima que “no va a desaparecer el monouso, pero sí las grandes series de fabricación y la diversidad. Al final significa cambiar la cultura”. Navarro pone el foco en el origen de esta historia y refuerza el mensaje de su colega: “Todo nace de Francia porque ellos tienen un problema real por su costumbre de salir de picnic al campo. No creo que desaparezca el monouso”.
Las bolsas de plástico y las penalizaciones introducidas merecen diferentes reflexiones. Una voz autorizada es la de Santi García, gerente de Plásticos Maysan. “Desde el 1 de julio hay que pagar la bolsa. Tengo que ir dando explicaciones a todo el mundo. Es una pena, puesto que todo está en la educación y en reciclar. El ejemplo lo encontramos en Alemania”. En el país teutón las personas que van al supermercado con botellas de plástico vacías obtienen descuentos en el valor final de su compra. Los productos embotellados se venden por unos céntimos de más al abonar el envase. Al devolverlo, ese dinero regresa al bolsillo del consumidor y desde que se implantó este sistema en 2003 el reciclaje es del 99%. Es entonces cuando Vílchez se cuestiona si la sociedad está preparada para diferenciar todos estos elementos. “Es una cuestión de educación y desde el colegio debe enseñarse a reciclar y a tomar conciencia. Europa antes era un cementerio de PET. Ahora el PET es lo más buscado en reciclaje. Puedes gastar el material 100% reciclado en una máquina. Eso incrementa el coste un 10%, pero el mercado lo pagará”, admite.
Pedro Prieto sostiene que “lo que no está bien es el mal uso. El plástico es el mejor invento del siglo XX y se está vendiendo como si fuese la peste. El último eslabón de la cadena para reciclar es la Administración. A ti te obligan con muchas normas y luego son ellos los que fallan”, enfatiza. Al hilo de esta postura, Torrente opina que “cuando digas que el plástico es ecológico, tumbas todos los argumentos”. Para ello cita el caso de una bolsa hidrosoluble presentada por unos ingenieros chilenos. Tras la modificación de la formula química del PVA (alcohol polivinílico), las bolsas se deshacen, diluyéndose en el agua sin causar perjuicio ni en el medioambiente ni en el propio líquido que las absorbe. Incluso el agua puede beberse después del proceso. Santi García observa que en Plásticos Maysan fabrican “bolsas con material 70% reciclado y esa no se paga por el consumidor. Está amparado por la ley”.
El director de la oficina de Caixa Popular en Ibi, Ximo Palaci, cuenta una experiencia personal y muy gráfica en materia de reciclaje de plástico. “Ahora cuando vas a un concierto pagas por un vaso que no es monouso, sino que está serigrafiado y puedes volver a reutilizar. Al final de la actuación, te lo llevas o lo devuelves y tienes el retorno del dinero”. Esta práctica ya se da en los grandes eventos musicales de nuestro país como el Festival de Les Arts o en las tres últimas giras de U2.